Hace un tiempo hice mi investigación de tesis acerca del cambio de identidad en las mujeres producto del cambio de los mandatos culturales a partir de la revolución francesa, del cambio de ideales acerca de la realización de la mujer comandada en parte por la protesta de feministas de la construcción de la identidad tradicional binaria, favorecida por la organización y división social del trabajo.
Uno de los referentes máximos de tal proceso es empezar a hablar de un sujeto social diferente en tanto ya no referido a la dinámica binaria. Lo que ha multiplicado la posibilidad de identidad femenina.
¿Cuáles son las consecuencias?
La bulimia y la anorexia empiezan a adquirir un signo de epidemia a la luz del cambio de siglo con las transformaciones de los ideales estéticos femeninos.
En parte la identidad binaria establece una identidad limitada pero al mismo tiempo es un freno para la angustia a la que se ven enfrentados los jóvenes y las jovencitas cuando empiezan el viaje que los lleva a volverse hombres o mujeres en una sociedad.
Las mujeres descubrimos nuestro lado masculino, los hombres les llevamos a descubrir sus emociones, dicho así parece claro, sin embargo no se vive de la misma manera cuando se está dejando de ser niño o niña con todas las preguntas sin resolver, las hormonas gritando a cada paso y las seguridades de la infancia del cuerpo asexuada en transformación deja expuestos a los muchachos a su propia angustia en medio de mandatos culturales poco claros donde todo vale en una cultura del privilegio del placer, culto al cuerpo y ética light.
Hombres expuestos a la bigorexia: ser musculoso como referente de masculinidad y la mujer ser flaca: como referente de feminidad y belleza.
Los principios se vuelven gaseosos, sin el freno de la angustia queda atrapado en la imagen del espejo, los jóvenes quedan envueltos en la imagen del espejo sin reflexión, ni pensamiento.
Sin una dinámica más allá que les permita encontrar su ser en el mundo adulto más allá de los referentes de fajas para adelgazar; gel para quitar, aumentar, reducir, endurecer. Modelos que venden placer, felicidad y amistad en frasquitos con promesa de éxito y felicidad.
Cuando se compra la imagen de la promesa no se les dice que ser adulto no es saber todas las respuestas, que todos tenemos miedos que conquistamos con esfuerzo diario y buscar la pasión con la que cada uno vibra es más importante que la imagen corporal.
La receta del gel reductor no dice que la belleza es un estado del alma no del cuerpo. Sin esa información nuestros muchachos quedan atrapados en la imagen del espejo, necesitan atravesarlo como Alicia para descubrir que hay más allá y construirse un lugar de su propia referencia de conquista de sus propios caminos.
Mónica Ceballos Recio Psicóloga/ psicoterapeuta Bogotá Colombia
Para consultas llama a estos números 3206763237 o 7538856 moniceballos@hotmail.com
Si quieres conocer artículos relacionados visita esta página
http://www.red-psi.org/centroibe-1200.html